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Por qué no te gustas en las fotos y odias tu propia voz

Dejando a un lado que la foto te haya pillado en tu peor momento, o cuestiones técnicas como la iluminación (que puede ser nada favorecedora), lo que ves en una foto o lo que escuchas en un audio es exactamente lo que ven y oyen los demás, pero lo interesante es que no se parece a lo que estás acostumbrado a ver y oír tú.

Por qué tienen tanto éxito los selfis en el espejo del baño

La persona que tú reconoces es la que te refleja el espejo. Esa es la imagen que tienes construida de ti mismo. Sin embargo, no es la real. Los espejos nos devuelven las imágenes giradas, y ni tu rostro ni tu cuerpo es simétrico. Una fotografía te muestra tal y como te ven los demás, y no como te ves a ti mismo cada mañana.

Sin embargo, cuando te haces un selfi están tomando exactamente la imagen de tu rostro que ves habitualmente en el espejo cada mañana. Posiblemente esta sea la razón del éxito de los selfis en los espejos de los baños usando una cámara frontal del móvil. Para el que se la hace, la persona reflejada es su auténtico yo.

A nivel psicológico se ha observado que el ser humano muestra una tendencia a tener preferencia por las cosas que conoce, y ese yo en la fotografía no es el que estamos acostumbrados a observar. Aunque se trata de algo aparentemente insignificante, puede ayudar a que en ocasiones nos percibamos ligeramente extraños en las fotos.

Por qué odias tu voz

Igual que ocurre con la imagen en una foto, lo que que pasa es que no te escuchas como estás acostumbrado y, sin embargo, esa es la voz que escuchan los demás a través de las vibraciones del aire que llegan a sus oídos.

Sin embargo, las ondas de tu propia voz llegan a tus oídos por dos canales, el externo (el mismo con el que te oyen los demás), y un canal interno que transmite esas vibraciones: todo tu aparato fonador que transmite las vibraciones a través de tu cabeza.

Esa caja de resonancia interna hace que tu voz te suene más grave y clara.

Nuestra voz rebota en nuestra caja de resonancia interna y suena mucho más grave que cuando se escucha fuera.

La voz que escuchan los demás es distinta a la que escuchamos nosotros y por eso lo primero que sentimos es rechazo al oírnos en un audio. Además, el tono que emitimos es más agudo que el que percibimos, y los tonos más agudos nos resulta especialmente caricaturescos.

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